Mientras que en otras tierras abdican, en la nuestra nadie se llama Rey.

Genéticamente somo indios, negros y cualquier otra cosa, pero culturamente somos hijos de España. Esta realidad hace que tengamos buena parte de nuestra historia unida a ese país porque fuimos súbditos de esa corona por tres siglos.

Esa corona nos conquistó y nos gravó con la alcabala, la armada de barlovento, los tercios, la mita y muchos más. Fueron estos gravámenes los que causaron que en 1721 un panameño liderara una revuelta en Paraguay (lea sobre esta revuelta). Esta revolución fue seguida por las revueltas comuneras de Perú (lea sobre esta revuelta) y Colombia que tenían su origen en protestas por estos impuestos. Las tres revueltas comuneras encontraron su fin con la ejecución de sus líderes: el panameño Antequera, del inca Tupac Amaru y el colombiano Galán. Aún así, la sangre de los mártires fue la semilla de la independencia porque una generación más tarde llegarían Bolívar, Santander, O'Higgins, Hidalgo, Morelos, Artigas y la historia sería enteramente nuestra.

Si algo nos enseña nuestra independencia de la corona española es que el poder del tributo debe ser usado con sabiduría, nadie debe irrespetar al contribuyente y todo el que cobre debe rendir cuentas. Estas tres cosas han estado ausentes de nuestra historia reciente. Existe una sensación de tener poca sabiduría en la recaudación, irrespeto al contribuyente y nula rendición de cuentas por parte de la ANIP. No por gusto el ministro designado dijo que existe la sensación generalizada de que la ANIP no resuelve el problema a los contribuyentes.

Tomemos el ejemplo de la corona en transición que, muestra señales claras de tener tributos al servicio del pueblo. Testigo de esto es el yerno del Rey que es hoy encausado por fraude fiscal. Eternamente debemos vigilar que nuevos "reyes" se quieran enquistar en nuestras instituciones y que el tributo esté al servicio nuestro y no al servicio de una corona o sus alabarderos. Confiamos que el nuevo gobierno sepa escoger bien a sus fichas, que nunca más se twittee improperios contra el contribuyente ni se tenga un cobrador que no resuelva el problema de los contribuyentes.

Terminamos diciendo que respetaremos siempre el modelo político que tengan otras naciones pero celebramos que en la nuestra no existe nadie que se llame Rey.

(Lea editorial anterior).